Juan Carlos Oblitas “El Ciego”

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El verde pasto del Estadio Nacional de Lima fue el escenario donde impregnó su trote pulcro, fino como el de los caballos de paso peruano. De pose galante y mirada altiva, desplegaba una esbelta figura en la que centelleaba un instinto práctico. Era, él, velocidad, técnica y gol, avistando siempre la portería contraria para activar el pique redoblado y fugaz en el amague largo que llega al área o desplaza el centro preciso. Sus embestidas levantaban el susurro atolondrado de la hinchada.

La línea lateral, aquel polvo de cal, camarada entrañable, delimitaba sus dominios alertándolo como soplido de viento, que debía aquietar su galopante trajín. Consecuente con la costura genética de su naturaleza, su pierna zurda empujaba amigable el balón que rodaba y rodaba por la banda izquierda, como dibujando un grafiti que excita la esperanza de la fiel afición y aglomera sus murmullos ante el inminente gol que asoma en la valla rival.

Juan Carlos Oblitas Saba desde Mollendo, ciudad portuaria y de extensas playas, para el mundo, “El ciego”. 11 puro de instinto guerrero. El fútbol peruano no ha conocido otro puntero izquierdo tan efectivo, tan trascendente en los episodios más entrañables de las épicas hazañas que lo encaramaron en la cúspide del balompié internacional. Titular perdurable e incontestable por más de una década en una posición en la que previamente otros peruanos ilustres habían brillado con luz propia.

Son testigos vigentes de su irreprochable categoría, las aficiones de México, Bélgica y España donde paseo incólume su elegancia y personalidad. El mismísimo Parque de los Príncipes de París registra impasible el legendario gol que con la seda blanquirroja le anotó a la oncena francesa. Nos conmueve el recuerdo del gol de chalaca a la selección chilena en la ruta a la conquista de la copa América 1975. Nos conmueven otros muchos goles determinantes para clasificar a Argentina 78 y España 82. Juan Carlos Oblitas leyenda y emblema del fútbol peruano.

Quito, 22 de julio de 2022

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