Vislumbres de la India – Octavio Paz

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Una historia milenaria de ásperos contrastes, sumergida en la marea circundante de religiones que estampan el signo de civilizaciones bajo el manto siempre agobiante de la política, es la India. Vasta geografía en la que el tiempo y su densa prudencia se extiende como un manto, como el sari que envuelve con colores excitantes, sobre tupidos escenarios en los que pernoctan cientos de millones de seres humanos bajo la sombra alargada de una convivencia espinosa.

Vislumbres de la India es el ensayo a través del cual Octavio Paz, con su prosa educada y amena, nos acerca a una región que, a despecho de océanos y continentes que la distancian, no escatima en transmitir imágenes y signos incesantes de significante cultura, arte y filosofía. Tradiciones arraigadas en patrones societarios, como las castas, cuyos enigmas al ser descritos, despliegan mayor curiosidad del lector por un mundo que le es, todavía, extraño.

Desparramando vivencias en modo autobiográfico y desvelando sus profundos estudios sobre este misterioso país, el autor comparte un texto fascinante teñido de brevedad histórica, virtud encomiable en la narración de un ensayo destinado a lectores, incluso, profanos. Paz, atisba un paisaje prepotente para encarnar la acción de los protagonistas en un tejido visual de episodios intensos en política, música, pintura y principalmente en literatura, oficio en el que el recordado escritor mexicano ostenta un premio nobel.

En tono conmovedor, Paz consigna el liderazgo liberador y sedante del Mahatma Gandhi, tras él, Nehru, Indira, Rajiv y la posterior estirpe de una dinastía entregada al cruento desafío de construir un Estado secular y democrático en un territorio signado por un devenir histórico de confrontación entre diversas naciones, múltiples lenguas, conflictos religiosos, separatismo recurrente y dominio británico. Señala Paz: “la India es una realidad que es más fácil enumerar y describir que definir”.

En cuatro breves capítulos y un apéndice, el autor seduce al lector para cercarlo en la conmovedora complejidad de este misterioso país, cuya contribución a la humanidad en el orden cultural y filosófico no ha sido suficientemente valorada. Vislumbres de la India, a expensas de un tenue repaso que escarcea los enigmas, proporciona magnificentes descripciones de danza, gastronomía y arquitectura de la India, para entonar estas páginas publicadas por primera vez en 1995.

Vislumbres de la India: elocuentes mitos que abrazan con sensatez la mirada superflua de un todo complejo, intentando despertar al tiempo bajo el reflejo hilvanado de símbolos históricos que reivindican el dilema de la modernidad.

San Pedro Sula, 15 de abril de 2022

«Perico» León, el 9

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Su carnosa piel entonando un rostro cuajado de pueblo, enmarca una sonrisa muy blanca de brillo perpetuo, por encima, el candor de su mirada lucida destila mensajes del corazón. Muchacho de espigadas proporciones anatómicas, estentórea musculatura, criollo del blanquiazul barrio de La Victoria que se alza blandiendo humildad, bandera erguida que envuelve su talento natural para jugar al fútbol.

El tramo rectangular del campo, delimitado en cal, área donde se resuelve todo, lo adopta como hijo predilecto y se hace testigo de su magia decisiva. Pies calientes que se empalagan de balón y activan su contundente pasión por el juego: de control casi matemático del balón, de despliegue señero, arranque inevitable, de amagues que alteran la consonancia física del contrincante, bajo el trazo riguroso de la perspectiva en cuyo vértice geométrico reposará el gol.

Técnico, pícaro, potente, quimboso, sereno, es el centro delantero puro, virtuoso, de estampa. Es el gran Perico León, 9 inmortal del fútbol peruano. Pedro Pablo León García, el íntimo, el fraterno, el que incita nuestra pasión provocando entusiasmo atolondrado y alegre, estirando los pliegues de la memoria nacional, para alojar la huella indeleble de su recuerdo imperecedero. Es Perico, gol de Perico, nuestro 9 por siempre. Mítico.

Se encumbra a la eternidad la tarde invernal del 3 de agosto de 1969, vestido con la seda blanquirroja, en el Estadio Nacional de Lima: ha escorado su perfil y ya flota en el aire denso para controlar con el pectoral erguido el magistral balón proyectado por Héctor Chumpitaz. Aguarda a que deslice. Lo que sigue: desbaratar, sobre el punto de penal, la reacción de los defensores argentinos y sin desperdiciar un gramo de su impertinente calidad, dar el toque de gol con el que estalla la ansiosa algarabía, el murmullo agazapado en las tribunas, grito estentóreo que explota inconmensurable los pulmones de la afición que sueña con México 70.

San Pedro Sula, 31 de marzo de 2022