Tiempo que desdeñas la razón

Estándar

Tiempo resplandeciente cuya indiferencia contiene todas las formas. Tiempo que despliegas en el espacio graves fauces para carcomer con desdén las estrías caóticas de la eternidad, rebela en tus ojos el ocaso que oscurece la sombra y revierte en los párpados tu mirada extraviada en el candor insulso al que te arrastran los climas arduos de cada estación.

Destino que despistas tu cuerpo dentro de la masa de tiempo que se escurre almidonada; que divagas acobardado en las escenas extraviadas de espanto, donde tu timidez aguza los sentidos para observar la copulación acongojada de incesantes vientos excitados. Se asoman miradas incautas de extraños sobre los poyos que soportan el peso amable de la atmósfera displicente que reina en los sentidos.

Espacio atrapado por el incesante trajín del tiempo, te cuelas fugaz y espontaneo dibujando, a tu pesar, la línea áspera que separa con desdén el destino de la cadenciosa eternidad. Sólo te espanta la expresiva sugestión de rostros alterados al paso de los años. Desperdiciado el oxígeno nos asedia como aquel mar de aire silente que desgarrado coexiste en tu mirada.

Voz que desdeña la razón para entender los sueños escanciados a gota viva en los cristales oscuros arrullados por enjabonados suspiros suspendidos en los encantos latentes de la naturaleza espesa. Pecado eterno dispersado por la fruta madura que disuade tus ojos en los míos. Feroz destino que copa el aire fundido en cada estrella del soleado firmamento tolera en tus entrañas sus vergüenzas.

Azaroso el olvido escribe poesía en la amplitud de tu espalda generosa mientras me azota el pecho. Un enjambre de abejas despliega, por siempre, la miel que embriaga los sentimientos y clama al tiempo que desconoce sus esfuerzos. Despedazada la razón por los efluvios de la eternidad ajena, siembra pétalos sonrientes que encubren con su aroma el fugaz desdén que nos agobia.

Quito, 4 de noviembre de 2022