Máximo Alejandro Maguiña Padilla. Papá Alicho

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Veintinueve de mayo. Celebro el día en que nació mi padre. Han transcurrido más de cien años desde que en Huaraz, su ciudad natal, vio la luz que radiante le anunciaba la vida entera, bajo el cobijo frio del alto ande de ígneas masas blancas que pernoctan en las altas cordilleras del Perú.

Hombre de magistral solemnidad que ejerció con sabiduría su elocuente doctrina; se entregó a los otros con atildada bondad e ilimitada generosidad. Hombre bueno, justo. El hombre más bueno e inteligente que este mundo me ha dejado conocer. Dueño incontestable de su historia y de mi historia. Su inconmensurable legado envuelve de sosiego cada día de mi vida.

He dicho que los padres no tienen que estar orgullosos de sus hijos, que son los hijos quienes deben estar orgullosos de sus padres. La dicha final es hacerte viejo y sentir que tus hijos están orgullosos de ser tus hijos. Es plegar en la mirada la divisa que flamea airada e  incontenible el honor y la dignidad que nos preserva.

En mi mesurada candidez te celebro siempre bajo el signo estricto de tu impecable sobriedad. Eres mi más grande orgullo, tu legado entero en forma y fondo vibra ardiente y proyectado. Tu vida y tu eternidad encienden mi memoria, flota la llama y mi corazón se desborda. El brillo de tu voz abraza apretando mis álgidas nostalgias. Tu sangre, mi sangre en el tiempo que se expande. Tu Palabra, la palabra elocuente. Tu mirada, la luz que se rebela ante el espanto de la sombra.

Te he amado intensamente, siempre, y presiento que no habrá suficiente amor en la atmósfera latente para compensar tanto amor que desplegaste a todos los tuyos dilectísimo y honrado Máximo Alejandro Maguiña Padilla. Feliz cumpleaños Papá Alicho.

Quito, mayo de 2022