Salamanca, la histórica 

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La tarde gasta sus últimas horas absorbiendo un sosegado suspiro del verano, el marasmo y la emoción nos embarga al llegar. Revienta en la histórica Salamanca el ritmo de intensos latidos exaltados, transportando nuestro pálpito por los estribos indelebles del tiempo que se abstrae. Es la historia.

La agitación de los sentidos extendidos por el impacto que sacude e impresiona, atraganta nuestra voz bajo el mosaico que emerge del tejido de masas levantado para trascender la atmósfera y aparcar en los cielos conspicuos que la cubren. Es Salamanca, la monumental, emblemática y eterna.

Múltiples cuerpos se desplazan arrastrando sombríos pasos sobre el esplendor de calles y atajos que adormecen, con sus signos, las miradas frugales de tono mármol, de acero, de cemento, de rostros que anidan textura y rúbrica al trasegar el peso de los años en los espacios que arrastra el tiempo con su infinita evanescencia.

En su seno despierta cada mañana la emblemática Universidad que se despliega en el aire, bajo el candor desparramado de volúmenes que en cada perspectiva guían las miradas por el entramado bronceo que alinea los trazos ostentosos en cada tramo conmovido que flota en la historia.

La catedral irreverente se alza infinita y exhuma exultante los mitos que se baten en la piel de sus orquídeas y ojivas de eterna vanidad. Se sumergen los moldes de los siglos marcando el trajín entre aposentos que persuaden al tiempo.

La plaza grande e imponente nos sumerge en la profunda secuencia del legado. Salamanca estallando sobre la ley escueta del asombro. Bocanadas de aire que pausadas empañan su cálido camino. Es leyenda.

Puertas, linderos, calles, negocios junto al efímero perfil del caminante que clama espabilado a la inminencia del desdén urbano. Arquitectura que asoma trascendente bajo los designios que la acrecientan. Letargo aplazado de la historia abrazando, denso, los transidos episodios de la vida.

San Salvador, 26 de agosto de 2023