Mi Mamá. In memoriam

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Desde el blando algodón que cobija tu espíritu, me miras eterna. En la transparente y reposada gota que recoge tu lágrima oculta se posa toda la luz suave que enciende el brillo en el que flota tu cálido amor.

En el dorso de tu voz se elevan altas las notas frugales que aladas vuelan y me envisten, es la flor del jacinto derramando su aroma sobre la marea ondulante, para batir la arena esmaltada que se esparce granulada en tu sol.

Serena, en la distancia, me abrazas tierna, disolviendo los colores sosegados que se alinean puros, bajo el atardecer soleado que se abstrae del tiempo en la pálida languidez del cielo. Es el paisaje del límpido suelo donde tus ojos fulguraron por primera vez.

En la cresta de mis sueños me rasga tu voz aguda y asoma tu olor que crispa mi memoria. Me despliego intenso buscando tu indulgencia. Presumo en vanidad del rigor imperativo de tus consignas que prevalecen para seguir en el transito ecuánime por la vida. Es tu canto melodioso de valor sonoro. Vital.

Despierto en tu regazo, ceñido a tus rodillas, siento el inmenso gozo de tu afecto. Son tus manos tersas que al untar su fragancia en mi cuerpo pernoctan dóciles. Caricia de madre delineando el rostro resplandeciente del amanecer pardo silente que nos devuelve la mañana.

El calor de la infancia asoma en mi memoria para revivirte plena en la dulce alegría que cada mañana adorna tus labios. Te encuentro en el suave signo de la emoción que se me atraganta con el canto contagioso de los afectos persistentes. Te miro y mis ojos se tiñen de melancolía, te reviven a mi lado día tras día, es la cálida sangre ahogada en los vacíos que llenas complaciente. Eres la madre eterna que pervive en la memoria de mi corazón: Olga Ramirez Estrada In Memoriam.

San Salvador, 8 de abril de 2023