Tu mirada intimidante

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El incandescente pálpito de tu mirada brilló rotundo, un resplandor inerte me intimidó, se dispersaron al infinito las opacas semillas maduras ancladas en mi sensible anatomía. La memoria extenuada se impulsó fulgurante: como el relámpago que alumbra cercanos recuerdos me devolvió la luna plateada de noches calurosas, de besos aplazados. En su fulgente fragor, el cristal de tu mirada traspasó las carnes belfas que conviven inevitables con el furor de la piel. Quiero succionar, cálido, la ciruela más fresca desbocada en el rocío de agua lluvia. Tus labios.

Tu mirada intimidante habló con la brevedad que estalla en los sentidos al juzgar las emociones trémulas. Turbado, arañé la rugosa estría en la que vierto la sangre vaga que fluye tímida ahogando versos ardorosos. Tus ojos reclaman la palabra exacta que se apaga temerosa en la noche de estrellas puntiagudas del intenso cielo. El brillo de tu mirada guardará nuestro destino cobijado en el recuerdo del oscurecer sosegado, bajo el rastro mojado por tus huellas cómplices de mis batallas, mis derrotas. Dice el autor: “de derrota en derrota hasta la victoria final”.

Al dormir, tu mirada se plegará a la voz fatigada que detiene los instantes, diciéndole a la noche que no habrá oscuridad en tu recuerdo. Las berenjenas flotaran en el pajonal incendiado que surca el pedestre camino, pasa por el cementerio y nos conduce al palomar de nidos tenues, de enigmas, silencios, deseos vividos a expensas del destino. Mis palabras.

Si tú me dices ven, lo dejo todo, canta el bolero. Y yo sufro álgido las notas ruidosas que al derramarse en el aire me conmueven, dejando en cada paso una huella que no borra mi palabra, mi afecto, mi unción intimidada por el efímero silencio, sumergido en la espuma más breve de la cerveza que convoca la nostalgia. Tu mirada lo es todo, como todo era para Vallejo, la palabra.

San Pedro Sula, 19 de junio de 2021