Tus suspiros son de aire y van al aire (Becquer), los envuelve en gotas, por separado, cada lágrima viva esgrimida desde el atiborrado rubor de tu conciencia; es el desdén precavido de tu alma escarchada en partículas de grave masa. Suspiros meciéndose avispados en un flujo ligero sobre tu rostro que atisba los ardores del verano incipiente. Piel caliente de nervaduras agrietadas tropezando en pasmosos meandros.
Suspiros rociando el aire bajo el resplandor brillante de formas que colisionan y moldean el tiempo en su insulso perdón. Tu rostro se conmueve tembloroso pero plácido desde el sabor tupido de sentimientos heridos que se resignan a la oración atolondrada, cuyo grito surcado de estrías espeta el sudor amargo que se esparce como fría angustia del peor color para adormecer tu voluntad. Es el cielo que truena desbocado.
Suspiros arremolinándose en densos pliegues se aturden bajo luces inertes que avasallan el verde confort de los aposentos del destino en los que pernoctan tus sueños. Suspiros invisibles evanesciéndose con cada pálpito del corazón, disolviendo aromas rubricados con el polvo emanado por tu sutil respiración. La discordia efímera se diluye en la vergüenza y el desprecio del canto inspirado en el latido ahogado de tus pensamientos.
Es el mar inundado de llanto rebalsado en las olas que embisten la verdad adormecida en la arena regada por la costa. Suspiros en colisión apelmazados en la oscuridad suntuosa de besos atrofiados por el escándalo; sensibilidad dispersa en las melodías que disponen los acordes. Perfume que empalaga el aire desollando la respiración fragmentada de tus sentidos que se inflan de desprecio.
Nido eterno sostenido por la cúpula de aristas pulidas en su propio equilibrio, es el suspiro que refleja nuestras noches. Suspiro huracanado estallando burbujas de viento que se pierden en el aliento desesperado del ave que emerge sudorosa en todos nuestros mares.
Quito, 23 de febrero de 2023